Velasco y Lara debaten visiones de país en crucial encuentro vicepresidencial

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Velasco y Lara debaten visiones de país en crucial encuentro vicepresidencial

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La confrontación de visiones entre Juan Pablo Velasco, aspirante a la vicepresidencia por Libre, y Edman Lara, representante del Partido Demócrata Cri

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La confrontación de visiones entre Juan Pablo Velasco, aspirante a la vicepresidencia por Libre, y Edman Lara, representante del Partido Demócrata Cristiano (PDC), marcó el reciente encuentro televisado, organizado por la autoridad electoral y difundido a nivel nacional. Durante poco más de una hora, ambos candidatos delinearon sus propuestas y expusieron sus marcadas diferencias en áreas cruciales como la economía, la administración de justicia, la salud pública, la educación y los principios democráticos. El formato del debate permitió un intercambio de argumentos y la clara manifestación de sus posturas ideológicas.

El primer segmento, dedicado a la situación económica y las estrategias de recuperación, estableció el tono del diálogo. Velasco abogó por una orientación liberal, enfatizando la captación de inversión extranjera, la solidez fiscal y una política monetaria rigurosa. Expresó la convicción de que el país debe revitalizar su capacidad productiva y exportadora, restaurar la confianza de los inversores y optimizar el gasto público. Sus planteamientos incluyeron una reforma tributaria progresiva, incentivos para el sector agrícola y las pequeñas y medianas empresas, además de la creación de un órgano consultivo económico a nivel nacional.

En contraste, Lara criticó lo que denominó un modelo centralista excluyente y defendió una economía con un fuerte componente social, orientada al bienestar colectivo. Sostuvo que el objetivo no es meramente atraer capital, sino asegurar que la prosperidad se distribuya equitativamente entre la población. Propuso la creación de un fondo soberano destinado al desarrollo rural y el fortalecimiento de las empresas estatales, siempre bajo un escrutinio ciudadano. Si bien ambos coincidieron en la urgencia de diversificar la base productiva del país, sus posturas divergieron significativamente respecto al papel del Estado: Velasco defendió su limitación, mientras que Lara abogó por una redefinición de su función.

El ámbito educativo reveló perspectivas igualmente dispares. Velasco propuso una transformación profunda del sistema, impulsando la integración tecnológica en las aulas, la formación continua del profesorado y un bilingüismo efectivo. Argumentó que el futuro exige superar una enseñanza basada en la memorización para fomentar el pensamiento crítico, sugiriendo alianzas con instituciones académicas y el sector privado para desarrollar capital humano competitivo.

Lara, por su parte, centró su intervención en las desigualdades estructurales, señalando que la calidad educativa es inalcanzable cuando los estudiantes carecen de servicios básicos como agua e internet. Abogó por un pacto educativo nacional que involucre activamente a las comunidades y la asignación obligatoria de recursos para mejorar la infraestructura escolar. Para él, el reto fundamental reside en recuperar la esencia humana de la educación. Ambos candidatos reconocieron la necesidad imperante de actualizar los planes de estudio y de profesionalizar a los docentes, aunque con enfoques distintos: Velasco priorizó la eficiencia, mientras que Lara se inclinó por la equidad.

En el eje de la salud, Velasco argumentó que el sistema público debe concentrarse en la atención primaria, la digitalización de procesos y la gestión orientada a resultados. Prometió una estrategia nacional de prevención y la evaluación exhaustiva de los programas sanitarios existentes. Alertó sobre los riesgos de la improvisación política en la salud, aludiendo a los problemas de suministro de medicamentos y la emigración de profesionales.

Lara, con mayor vehemencia, denunció la crisis del sistema público y la precaria situación hospitalaria. Describió una realidad de centros de salud con escasez de personal y profesionales sin los recursos necesarios. Propuso robustecer el seguro universal y establecer una red de atención médica rural administrada por los gobiernos locales. Para Lara, la salud debe dejar de ser un privilegio circunscrito a las áreas urbanas.

El debate alcanzó uno de sus momentos de mayor tensión al abordar la justicia. Velasco denunció la politización del sistema y propuso una reforma en el método de selección de magistrados, buscando limitar la injerencia partidaria. Defendió la independencia judicial, afirmando que no debe ser una extensión del poder ejecutivo, y llamó a implementar evaluaciones de desempeño y mecanismos de transparencia procesal.

Lara, aunque coincidió en el diagnóstico, insistió en un enfoque más cercano a la ciudadanía y menos elitista. Sugirió la implementación de jurados populares y auditorías ciudadanas para jueces y fiscales. Sostuvo que la justicia debe servir al pueblo, no a los intereses del poder. Ambos candidatos expresaron su apoyo a la evaluación de jueces promovida por el Consejo de la Magistratura, aunque con matices: Velasco la vinculó a méritos y resultados, mientras que Lara añadió la importancia de la sensibilidad social.

Finalmente, en el segmento sobre democracia, transparencia y la relación con el poder legislativo, ambos reconocieron la fragilidad institucional del país. Velasco planteó un modelo de cohabitación democrática basado en acuerdos y pactos programáticos. Destacó la importancia del diálogo entre el Ejecutivo y la Asamblea, enfatizando que gobernar implica construir consensos, no imponer decisiones, en alusión a las tensiones políticas recientes.

Lara, con un tono más emotivo, manifestó que la ciudadanía está exhausta de las disputas políticas y demanda soluciones concretas. Hizo un llamado a una reconciliación genuina entre las diferentes regiones del país y reivindicó el rol de los movimientos sociales como custodios de la democracia plurinacional. Asimismo, subrayó la lucha contra la corrupción como la piedra angular de todas las reformas pendientes.

El encuentro, aunque estructurado, reveló dos estilos retóricos marcadamente distintos: Velasco se mostró mesurado, apoyándose en datos, proyecciones y un lenguaje técnico; Lara, en cambio, adoptó una postura frontal, apelando a la experiencia del ciudadano común. Mientras el primero proyectó una imagen de estabilidad y competencia técnica, el segundo optó por un tono más confrontativo y desafiante. El formato moderado evitó interrupciones, pero no impidió momentos de fricción, como cuando Lara acusó a las élites de apropiarse del poder económico y Velasco replicó que el populismo nunca ha resuelto la pobreza, solo la ha gestionado. Ambos recibieron muestras de apoyo en diversos puntos, en una constante carrera contra el reloj

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