La inserción laboral de los nuevos profesionales se ha convertido en un desafío considerable, llevando a muchos a explorar alternativas fuera de sus c
La inserción laboral de los nuevos profesionales se ha convertido en un desafío considerable, llevando a muchos a explorar alternativas fuera de sus campos de especialización. Tras años de formación académica y la culminación de sus estudios superiores, un número creciente de egresados se encuentra ante la disyuntiva de no poder ejercer su profesión, lo que los impulsa hacia el sector del comercio informal.
Una evaluación reciente del panorama laboral de estos individuos revela que una proporción significativa, específicamente siete de cada diez, se ve compelida a desempeñarse en actividades que no guardan relación directa con su formación universitaria. Esta realidad se manifiesta en roles como el transporte, la construcción o la venta ambulante, entre otras ocupaciones no estructuradas.
A pesar del capital intelectual y la valiosa contribución que estos profesionales pueden ofrecer a la sociedad a través de su conocimiento especializado, existe una brecha palpable en el reconocimiento de la meritocracia. La inversión en educación superior y la adquisición de habilidades avanzadas a menudo no se ven reflejadas en las oportunidades de empleo, particularmente en el ámbito público, donde las decisiones de contratación parecen estar influenciadas por criterios ajenos a la cualificación académica y la experiencia técnica
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