La economía nacional se encuentra en un punto de inflexión que demanda un cambio estructural hacia un modelo productivo, según la visión de la Cámara
La economía nacional se encuentra en un punto de inflexión que demanda un cambio estructural hacia un modelo productivo, según la visión de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO). Desde esta institución se plantea la urgencia de abandonar el esquema actual, que ha demostrado ser insostenible y ha provocado un deterioro significativo en las cadenas productivas del país.
Un ejemplo elocuente de esta dinámica se observó recientemente con las políticas de exportación de carne bovina. Las restricciones impuestas a la salida de este producto, particularmente desde la región oriental, generaron una pérdida estimada de sesenta millones de dólares en un lapso de cien días. Sin embargo, la posterior flexibilización de estas medidas transformó el panorama: las exportaciones experimentaron un repunte, se incrementó el flujo de divisas y, paradójicamente, el precio de la carne para el consumo interno comenzó a descender. Este caso ilustra la necesidad de fomentar la producción en volumen, lo cual requiere acceso a mercados, precios justos y un marco de condiciones gubernamentales que estimulen al sector productivo.
El sector agropecuario ha mantenido una agenda de desarrollo postergada por casi dos décadas. Esta agenda comprende una serie de iniciativas puntuales y pragmáticas, bien conocidas por las autoridades y los nuevos representantes legislativos. Entre los pilares fundamentales se destaca la restitución de la certidumbre jurídica, considerada imperativa para reactivar la inversión en todos los sectores y, con ello, propiciar el progreso general.
Otro aspecto crucial es la adopción de la biotecnología. Mientras el mundo avanza en innovaciones que optimizan la producción, la negativa a incorporar estos avances en Bolivia coloca al país en una desventaja competitiva. Se subraya que la generación de divisas y las exportaciones son vitales, por lo que tanto las exportaciones como las importaciones deben ser irrestrictas para permitir la competencia con la producción internacional.
Asimismo, se aborda la situación de la pequeña propiedad. La vasta mayoría de los productores nacionales, aproximadamente un ochenta por ciento, son pequeños agricultores que requieren la titulación de sus tierras para acceder a financiamiento, permitiéndoles utilizar su propiedad como garantía si así lo deciden.
Con la implementación de estos pocos, pero significativos, ajustes, el sector agropecuario, agroindustrial y agroturístico tiene la capacidad de ofrecer una contribución sustancial al país. Se asegura que existe el potencial y la agilidad necesarios para ayudar a Bolivia a superar su actual crisis económica.
Es fundamental priorizar todos los rubros que puedan generar excedentes exportables. Si en regiones como Tarija se producen arándanos, ajo o vino, estos deben ser impulsados hacia el mercado global. Se enfatiza que el mundo demanda alimentos y Bolivia, ubicada estratégicamente en el cinturón tropical, está llamada a ser un proveedor clave. Se subraya el rol estratégico de Sudamérica como el granero del planeta, un concepto que debe ser plenamente comprendido para explotar la diversidad agropecuaria de todo el territorio nacional.
La propuesta central es la implementación de un nuevo modelo económico basado en la producción agropecuaria, agroindustrial y agroturística. Estos sectores tienen un alto potencial para generar empleo, impulsar las exportaciones y dinamizar la economía. Se hace un llamado a un sinceramiento económico por parte de los nuevos líderes, para que comprendan la necesidad de trascender el actual modelo subvencionista. Este enfoque, aplicado durante casi dos décadas, ha demostrado ser insostenible, manifestándose en escasez de combustibles, falta de divisas, inseguridad y un deterioro generalizado de las cadenas productivas
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