Los alrededores del estadio Gilberto Parada, en Montero, se transformaron en un escenario de altercados violentos tras la conclusión del encuentro de
Los alrededores del estadio Gilberto Parada, en Montero, se transformaron en un escenario de altercados violentos tras la conclusión del encuentro de la Copa Bolivia entre Guabirá y Blooming, que finalizó con un empate 1-1. Grupos de aficionados de ambos equipos protagonizaron enfrentamientos, lanzando piedras, petardos y diversos objetos contundentes, lo que provocó una situación de pánico entre los asistentes al partido y los residentes de las zonas aledañas, quienes buscaron refugio para salvaguardar su integridad.
La confrontación generó una profunda zozobra entre familias y transeúntes que simplemente deseaban disfrutar de un evento deportivo. Los informes preliminares de las fuerzas del orden confirmaron la existencia de varios heridos, algunos de los cuales requirieron traslado en ambulancia a centros médicos cercanos para recibir atención. Adicionalmente, se registraron daños materiales significativos, incluyendo el apedreamiento y saqueo de múltiples vehículos estacionados en las inmediaciones del recinto deportivo.
Ante la magnitud de los incidentes, se procedió a la apertura de una investigación formal. En coordinación con el Ministerio Público de Montero, se determinó el precintado de ciertas secciones del estadio, particularmente las curvas, como parte de las diligencias. Esta medida fue considerada acertada por las autoridades, dada la recurrencia de este tipo de eventos, que en cada ocasión plantean el riesgo de una tragedia mayor. Se ha manifestado una profunda preocupación por la aparente inacción de las autoridades competentes y se ha señalado que, para mitigar riesgos, se había considerado preferible que el encuentro se disputara en una jurisdicción diferente.
La fuerza del orden ha expresado su indignación por la persistencia de la violencia, a pesar de los esfuerzos policiales. Se ha puesto de manifiesto la responsabilidad de las directivas de los clubes, quienes, al permitir estas situaciones, ponen en riesgo la vida de las personas. Se observaron vestigios de las agresiones, incluyendo manchas de sangre en varias partes del estadio, lo que subraya la gravedad de los hechos. La problemática es evidente y no requiere de un análisis profundo para identificar a los instigadores: los grupos de aficionados conflictivos.
Se ha enfatizado que la complicidad de los clubes, a través de la provisión de entradas a estos grupos, es un factor determinante en la perpetuación de la violencia. La restricción del acceso a los estadios para estos grupos se postula como la única vía efectiva para erradicar el problema. Tras el operativo, se registraron quince arrestos, de los cuales seis corresponden a menores de edad, además de la confirmación de al menos cuatro personas heridas. Existe la grave advertencia de que la falta de medidas contundentes podría derivar en una tragedia fatal, haciendo imperativo que los partidos se desarrollen sin la presencia de estos colectivos.
Los disturbios en Montero han dejado, una vez más, un panorama desolador de agresiones, heridos y miedo. La situación actual resuena como un llamado urgente a las autoridades y a la estructura del fútbol boliviano: sin decisiones firmes y un cambio radical en la gestión de la seguridad, la espiral de violencia continuará escalando tanto dentro como fuera de los campos de juego
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