Un grave episodio de maltrato infantil ha salido a la luz, revelando un patrón de violencia extrema que afectaba a dos hermanos, un adolescente de 13
Un grave episodio de maltrato infantil ha salido a la luz, revelando un patrón de violencia extrema que afectaba a dos hermanos, un adolescente de 13 años y su hermana de seis. La situación se hizo evidente a raíz de los múltiples hematomas detectados en el cuerpo del menor.
La investigación se inició gracias a la pronta acción de un profesor y el director del centro educativo donde el niño de 13 años era estudiante. Tras recibir la alerta, las autoridades competentes activaron los protocolos de intervención. Como resultado de las pesquisas, ambos niños fueron rescatados, confirmándose la presencia de lesiones físicas en sus cuerpos.
La Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV) de Cochabamba, a través de su departamento Operativo de Seguimiento y Control de Casos, identificó al agresor como el padrastro del adolescente y padre biológico de la niña de seis años. Nidia Gutiérrez, encargada de dicho departamento, explicó que la institución fue notificada sobre las agresiones sufridas por los menores, detectadas inicialmente por el personal docente debido a las marcas visibles en el cuerpo del niño.
Tras la notificación, la unidad policial procedió con las diligencias pertinentes, lo que culminó con la aprehensión del presunto agresor. Este intentó justificar sus acciones alegando que los niños no obedecían sus indicaciones. Sin embargo, las autoridades enfatizaron que ninguna circunstancia justifica la violencia física, estableciendo una clara distinción entre la corrección de la conducta y la agresión extrema.
Los informes médicos forenses confirmaron la gravedad de las lesiones. El niño de 13 años recibió un diagnóstico de 14 días de incapacidad, mientras que a la pequeña de seis años se le dictaminaron cinco días de impedimento médico-legal. La situación fue calificada como un caso de violencia extrema, sin justificación alguna.
Actualmente, el bienestar y la salud de los menores se encuentran bajo la tutela de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia. Por su parte, el padrastro permanece bajo custodia policial en calidad de aprehendido, a la espera de las determinaciones judiciales correspondientes. La colaboración y el compromiso del personal educativo fueron cruciales para visibilizar y detener este ciclo de maltrato
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