El vandalismo empaña la pasión en las barras de fútbol españolas

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El vandalismo empaña la pasión en las barras de fútbol españolas

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El fútbol nacional se encuentra nuevamente bajo el escrutinio público tras los recientes episodios de violencia que empañaron un encuentro deportivo e

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El fútbol nacional se encuentra nuevamente bajo el escrutinio público tras los recientes episodios de violencia que empañaron un encuentro deportivo en Montero. En las inmediaciones del estadio Gilberto Parada, enfrentamientos entre grupos de aficionados degeneraron en una auténtica batalla campal, donde se emplearon artefactos pirotécnicos y objetos contundentes, generando alarma entre los transeúntes.

Los informes iniciales del domingo 5 de octubre confirmaron que quince personas resultaron heridas y fueron trasladadas a centros médicos locales. Adicionalmente, vehículos estacionados en la zona sufrieron daños por apedreamiento y saqueos. Este incidente no es un hecho aislado; este mismo año, la región ha sido escenario de otros altercados graves, incluyendo el disparo a un agente policial en dos ocasiones y la presencia de seguidores con armas de fuego y machetes. Incluso, el autobús de un club visitante fue impactado por un proyectil en una de sus ventanas al salir de la ciudad.

Analistas de la industria deportiva señalan que la dinámica de las barras bravas se ha consolidado como un elemento inherente al negocio del fútbol, y que, a pesar de la recurrente violencia, no parece existir una voluntad real por parte de los organizadores para erradicar este fenómeno. Se observa que muchos directivos de clubes optan por una postura pasiva, evitando confrontaciones con estos grupos, posiblemente buscando su apoyo en momentos clave.

Desde la dirigencia de un importante club de Santa Cruz, se reconoce que el fútbol boliviano atraviesa un periodo complejo en relación con la conducta de los aficionados. No obstante, se destaca una iniciativa interna, impulsada por un exdirectivo, que busca sensibilizar a los líderes de las barras, informándoles sobre las normativas vigentes. Incluso, el propio grupo de seguidores de este club ha presentado una propuesta para establecer su propia estructura de seguridad interna, lo que sugiere una disposición a mejorar la convivencia con el deporte.

Un periodista deportivo y expresidente de una asociación de comunicadores en Santa Cruz, argumenta que el fútbol, siendo una expresión de pasión y sentimiento, puede derivar en violencia cuando estos elementos pierden su equilibrio. Lo ocurrido en Montero, a su juicio, no debería sorprender a nadie, y plantea que los actos violentos podrían haberse evitado mediante la aplicación de protocolos de seguridad adecuados para partidos de alto riesgo. Critica la aparente inacción de la federación nacional en el esquema de seguridad y señala la falta de capacitación del personal policial para manejar eventos deportivos. Además, subraya la responsabilidad de las directivas de los clubes, que en ocasiones subvencionan el acceso gratuito a los estadios, buscando un aliento constante que, en ciertas circunstancias, se manifiesta de forma descontrolada.

Por su parte, el presidente del Concejo Municipal de Montero ha manifestado su profunda preocupación por los sucesos recientes. Si bien reconoce que los grupos organizados de aficionados son un componente vital que añade emoción al fútbol, lamenta que su comportamiento actual sea reprochable y vandálico, atribuyéndolo al consumo de alcohol y estupefacientes, sumado a una rivalidad territorial sin sentido. Para abordar esta problemática, sugiere dos líneas de acción: primero, una campaña de concienciación dirigida a las barras sobre el daño que causan, y si esta no surte efecto, la aplicación de sanciones deportivas como la quita de puntos por parte de la federación. En segundo lugar, propone una mejora en la distribución de efectivos policiales, ajustándola a la densidad poblacional. Finalmente, el legislador montereño también aboga por la creación de una comisión federativa dedicada al control y la concienciación de estos grupos, y como último recurso, la implementación de partidos con la presencia exclusiva de la afición local.

Tras los incidentes del 5 de octubre, un club involucrado en el partido emitió un comunicado repudiando enérgicamente la violencia. En el escrito, la institución enfatizó que el equipo local era el anfitrión del encuentro, y por ende, recaía sobre este la plena responsabilidad de la organización y la garantía de la seguridad del evento. Un directivo de este club fue enfático al deslindar cualquier responsabilidad por los altercados en las calles de Montero, asegurando que su institución no apoya ni financia entradas para sus grupos de aficionados, a diferencia de lo que, según él, ocurre en otros clubes del país.

Diversas voces expertas han ofrecido sus perspectivas sobre el fenómeno. Una especialista en masas sociales en el fútbol explica que estos grupos reflejan una intensa necesidad de identificación, manifestada a través de códigos, símbolos y la apropiación de un territorio, lo que simultáneamente forja la cohesión interna y la diferenciación con los grupos rivales. Advierte que cuanto mayor es la idealización del equipo amado, mayor es la capacidad de rechazo y odio hacia lo diferente, lo que propicia un ambiente agresivo y violento. Reconoce la complejidad del problema, citando el limitado éxito de medidas adoptadas en otros países, pero insiste en la necesidad de análisis y la construcción de alternativas que aborden las necesidades de identificación y ofrezcan opciones constructivas a la juventud.

Un coronel retirado, experto en gestión de conflictos, enfatiza la importancia de planificar cada partido de la División Profesional con al menos 72 horas de antelación. Dicha planificación debe incluir un análisis detallado del lugar, la capacidad del estadio y sus condiciones. Sostiene que los planes policiales deben incorporar el historial de cada equipo, ya que la afluencia de público y la magnitud de las barras difieren significativamente entre un clásico y un partido de menor trascendencia. Además, sugiere la participación de unidades especializadas de la policía, así como la Fiscalía, la Defensoría de la Niñez y la Guardia Municipal, para intervenir antes, durante y después de los eventos. Tras cualquier altercado, considera fundamental un análisis pormenorizado de los hechos. Si bien reconoce que los desmanes pueden ser impredecibles, afirma que una dotación policial adecuada puede neutralizar la mayoría de los incidentes, aunque situaciones extremas como explosiones o incendios escapan al control del comportamiento humano dirigido.

Finalmente, un abogado deportivo ha señalado una responsabilidad compartida entre los clubes involucrados en el reciente episodio de violencia en Montero, pero también ha apuntado a una negligencia por parte de la Dirección de Competiciones de la Federación Boliviana de Fútbol. Argumenta que esta dirección actuó de manera imprudente al habilitar un estadio alternativo, especialmente considerando los antecedentes de violencia en Montero con otros partidos de alto perfil. A su juicio, la decisión más prudente habría sido asignar el partido a un estadio diferente, lo que podría haber evitado los conflictos ocurridos

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