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La reciente tragedia ocurrida en el penal de Morros Blancos, en Tarija, ha generado una profunda conmoción en la comunidad y un creciente clamor por mejorar las condiciones de seguridad dentro de este establecimiento penitenciario. Un interno sufrió graves quemaduras, lo que ha suscitado una ola de indignación y preocupación sobre la protección de los reclusos.
Un sacerdote que frecuentemente visita el penal compartió su angustia por lo sucedido. Expresó su dolor al ver el sufrimiento que enfrentan los internos, subrayando que este tipo de incidentes son un reflejo de las heridas emocionales y traumas que muchos de ellos arrastran desde su juventud. El religioso destacó la necesidad urgente de abordar estos problemas, especialmente en un pabellón que debería ser de alta seguridad.
Por otro lado, la madre del interno afectado reveló que su hijo había estado recibiendo amenazas antes de ser atacado. Aclaró que su hijo no había estado involucrado en peleas, sino que había sido objeto de intimidaciones constantes. Relató que su hijo le confesó su miedo, señalando que incluso habían entrado en su celda con intenciones de agredirlo.
La madre identificó a dos hombres como los presuntos agresores y compartió su angustia al recibir la noticia del ataque a su hijo. Este incidente ha puesto de manifiesto las deficiencias en la seguridad del penal, especialmente en áreas que deberían contar con mayor vigilancia y control.
Ante esta situación alarmante, diversas organizaciones de derechos humanos, junto con familiares de los internos, han exigido a las autoridades que se realice una investigación exhaustiva. La finalidad es identificar responsabilidades y evitar que se repitan hechos tan trágicos en el futuro. La situación en el penal de Morros Blancos demanda una respuesta inmediata para proteger los derechos y la integridad de todos los internos, quienes, como en el caso del joven afectado, enfrentan serias amenazas a su seguridad
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