La jornada europea comenzó con un ímpetu notable para los clubes belgas en la máxima competición continental, replicando el éxito de sus compatriotas
La jornada europea comenzó con un ímpetu notable para los clubes belgas en la máxima competición continental, replicando el éxito de sus compatriotas que dos días antes habían logrado una victoria a domicilio de 1-3 frente al PSV.
El conjunto flamenco, un participante recurrente en el torneo de clubes más prestigioso de Europa en los últimos años, aunque sin superar habitualmente los octavos de final, llegaba a este encuentro sin haber conseguido una victoria en el campeonato doméstico durante el último mes. Por su parte, el equipo del Principado afrontaba el choque con la moral alta, tras encadenar dos triunfos consecutivos en su liga nacional.
El partido se inició con una gran intensidad y un Club Brujas que impuso su dominio desde el primer momento. Una clara advertencia llegó en el minuto cuatro, cuando un remate de Tzolis en el área pequeña se marchó desviado con todo a favor. Cuatro minutos más tarde, el guardameta belga Mignolet detuvo un lanzamiento de penalti ejecutado por Akilouche, señalado por el colegiado tras una infracción del propio portero sobre Balogun.
El experimentado arquero, internacional con la selección belga y de 37 años, tuvo que abandonar el terreno de juego antes de cumplirse el minuto veinte, siendo sustituido por Jackers debido a una aparente lesión en los abductores, recibiendo una ovación de la afición local. Previamente, había sido amonestado por su efusiva celebración tras la parada de la pena máxima.
El Brujas mantuvo su ofensiva, acorralando al Mónaco y generando nuevas oportunidades, incluyendo otra clara ocasión fallada por Tresoldi. La insistencia del equipo local encontró su recompensa cuando el delantero italo-alemán, Tresoldi, culminó una jugada con un remate cruzado, tras una precisa asistencia de Vanaken que se abrió paso entre tres defensores monegascos.
Los anfitriones no disminuyeron su ritmo ante un combinado rojiblanco ineficaz en ataque y con una defensa demasiado vulnerable. Ampliaron su ventaja con dos goles en apenas cuatro minutos, ambos originados en jugadas a balón parado cerca del descanso. Primero fue Onyedika quien aprovechó un rechace en un saque de esquina, y a continuación, Vanaken, que conectó una volea dentro del área tras un rebote de un lanzamiento de falta.
La dinámica del encuentro apenas varió en la segunda mitad, a pesar de los cambios tácticos introducidos en ambas formaciones, entre los que destacó el debut de Ansu Fati con el Mónaco, marcando su regreso a la competición desde principios de mayo con el Barcelona. El Mónaco, si bien intentó acercarse más, se encontró con un rival que ya se sentía ganador, mejor posicionado en el campo y peligroso al contragolpe.
El cuarto gol, producto de una hábil jugada individual de Diakhon dentro del área que dejó en evidencia nuevamente a la zaga visitante, desató la euforia en el estadio Jan Breydel y sentenció el destino de un Mónaco que deberá mejorar sustancialmente para aspirar a un papel digno en esta edición de la Champions League. En el tiempo añadido, Fati, cedido por el club catalán, logró maquillar el resultado con un potente disparo que se coló entre la defensa local
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